A veces yo me pregunto,
muchas veces, más de dos;
¿Por qué la gente mayor
siempre me dice que no?
No corras, porque te caes...
No hables alto, por favor...
No toques, porque lo rompes...
No te ensucies… ¡No, no y no!
¿Por qué ese enojo tan grande
si me tienen mucho amor?
Yo solo quiero imitarlos.
¡Por qué siempre dicen no?
Por la noche una plegaria
yo elevo a papito Dios.
Él sí me tiene paciencia
y nunca me dice no.
©Andrés Díaz Marrero
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